Chuang Tzu:

“Espera, espera quiero verte… Quiero saber que eres tú” repetía incesante Gianna al hombre que después de muchos trasnochos volvía a aparecer a su lado, desnudos, en su cama. “Quiero ver que realmente estás aquí, que no eres un sueño, que no eres un sueño, he pasado largas noches memorándote, perteneciéndote a lo lejos sin la menor esperanza que lo que sucedió en febrero volviera a ocurrir, pero cuando leí ese poema de las mariposas sentí que de nuevo pensaste en mí y por eso aquí estoy con ganas de tener los ojos bien abiertos para memorizarte junto a mí”. Gianna era una chavala de sólo 20 años, Alejandro tenía 26, se habían conocido en un rave en las vacaciones de febrero y entre las luces de neón y el alcohol ella se había enamorado perdidamente de él y él por su parte no entendía lo que sentía por ella, sólo sabía que le inspiraba mucha tranquilidad; ambos hacían una bella armonía física y espiritual al estar en la cama, en la calle, al hablar, un músico y una escritora siempre hacen buena pareja, pero a ellos les pasaba algo, algo que ninguno de los dos entendía pero que los alejaba… Tal vez la pasividad de Gianna o las rumbas de Alejandro, quien sabe, sólo sabían que por alguna razón lejana a ellos nunca habían podido estar juntos mucho tiempo, eso era algo que a Ale no le molestaba pero que a Gianna incomodaba, él comprendía eso por ello no dudaba en besar los labios de aquella “Lolita bohemia” quien tras sonrisas de niña y uno que otro sustito abdominal escondía los besos que hacían que la tierra se abriera en dos para él. “no te enrolles chamita y pues si quieres abre bien los ojos, no hay como el contacto visual, además aquí estoy, tranquila vale que no soy ningún fantasma” ella asintió con la mirada y se hundió en los brazos de aquel hombre con el que tanto soñaba, entre besos y suspiros ella y Ale amanecieron juntos. Al despertar Gianna había dejado una nota: “En el comedor está el desayuno, no quise despertarte, nos vemos el sábado en el toque ¿vale?, ensaya bastante. Besos azulado…Atentamente: Chuang Tzu”